0

ABUSO SEXUAL EN LA INFANCIA

Lic. Mabel Juvet de Perez Casal

 

Los caminos del odio

En todos estos años como psicoanalista de niños y adolescentes el tema del abuso sexual ha sido muy frecuente. Dado que la práctica cotidiana exige un proceso de historizacion, investigación, surgen preguntas que dan paso al trabajo teórico sobre el abuso sexual y a considerar los caminos que puede seguir el odio que se genera en el niño. Pero además me fui familiarizando con la realidad de este asunto. Se sabe lo difícil que resulta a muchos adultos creer el relato de los niños, sé de la resistencia a aceptar que una persona tan cercana, a veces conocida de toda la vida, sea capaz de engañar y lastimar de esa manera.

El abuso sexual es un acto de violencia.

Mi objetivo no es sólo sacar a la luz este problema que afecta a tantas familias, sino señalar cuáles son los obstáculos que tendrán que afrontar los niños y los adultos que quieran salir de la trampa del abuso sexual. Tal vez uno de los aspectos fundamentales sea también la prevención. Conocí personas que no podían tolerar el desmoronamiento que provoca aceptar la realidad, personas que han podido refugiarse detrás de muros de falsedad. Pero también hay adultos que han podido encarar con dolor y coraje la construcción de lo que se pudiera, con verdaderas ganas de cuidar sus hijos y a ellos mismos aún con toda la rabia y el odio que el hecho provoca.

En la historia de la humanidad el niño, con sus derechos, aparece recién en el siglo pasado. En la historia, el filicidio, infanticidio, mutilaciones, abandonos eran formas culturales que no eran cuestionadas.” El artículo 19 de la convención internacional sobre los derechos del niño de las Naciones Unidas establece que los estados  adoptarán todas las medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas apropiadas para proteger al niño contra toda forma de violencia, perjuicio o abuso físico y mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluso el abuso sexual, mientras el niño se encuentre bajo la custodia de sus padres, de un tutor o de cualquier otra persona que lo tenga a su cargo.”

El reconocimiento del maltrato infantil y el estudio de las distintas formas de victimización de los niños comenzaron en la década del 50 en Estados Unidos y Europa del norte.

Recordemos que la leyenda de Edipo comienza por la seducción de Crisipo, hijo adolescente de Penélope, por parte de Layo, quien será el padre de Edipo. Crisipo, avergonzado, se mata. Los persiguen luego toda una serie de maldiciones que conducirán a los dramas y tragedias que sabemos.

Los efectos psíquicos que afectan a las víctimas de una catástrofe social dependerán de diversos factores, entre los que podemos señalar la posición del sujeto frente al traumatismo, las formas primeras de simbolización –espontánea que haya podido realizar y los modos en los que pueda ir re-significando, entramando el suceso en su historia singular. Sin embargo,  también dependerá de las formas que el suceso vaya adquiriendo en el imaginario colectivo y de las respuestas sociales que puedan generarse frente a esa  catástrofe. Que ocurre cuando la catástrofe no es social sino privada y se  vive como interrupción de la historia en el sujeto? El abuso consiste en esto; es una catástrofe que ocurre en la intimidad y que la niña -o sufre en la más absoluta inermidad. Inermidad que es común a todas  las víctimas de las llamadas situaciones extremas. Las palabras no alcanzan para describir la situación-y el sujeto silencia.

Así el niño se transforma en testigo, no teniendo más prueba  que la de su propio cuerpo, en la fragilidad de la memoria que construirá  un relato fragmentado, fracturado. La verdadera memoria se guarda en silencio y provoca un desmantelamiento de la lógica existente.

Sabemos que la respuesta del entorno frente a la palabra del niño o de la niña que denuncia el abuso será determinante en la magnitud de sus efectos traumáticos.

Una estudiosa del tema compara el trauma psíquico que el hecho provoca y sus consecuencias destructivas para la estructuración de la personalidad con la de un balazo en el aparato psíquico: produce heridas de tal magnitud  en el tejido emocional que hace muy difícil predecir como cicatrizará el psiquismo y cuáles serán las secuelas. El diagnóstico es complicado por varias razones. Por un lado porque son incidentes que suceden en el mayor de los secretos y los que sólo pueden dar cuenta los involucrados: los niños y los ofensores.

Sabemos que el adulto implicado por lo general niega firmemente los relatos de los niños o las sospechas de otro adulto. Sin aceptar su responsabilidad, llega a cuestionar, incluso, la salud mental de la víctima, mientras que todo el grupo familiar, influenciado por los aspectos positivos del perpetrador o manipulado directamente por el, se sumó al descreimiento .Es habitual además que las personas que intervienen en estos casos (familiares, maestra, profesionales) se muestren dubitativos  y desconfiados con respecto a los niños por diversas razones. En primer lugar carecen de formación adecuada y de centros especializados para asesorarse. Pero esto solo no explica esta carencia  de orientación. Solemos teñir la realidad con el color del cristal con el cual la observamos. Éste cristal hace que pensemos que los abusos sexuales sólo ocurren en estratos sociales muy bajos, con escasos niveles educativos, en familias de alcohólicos, adictos. Nos resistimos a creer que un hombre pacífico, buen vecino, trabajador, a quien conocemos desde hace bastante tiempo, pueda comportarse de esta manera con  un sobrino, una nieta, la hija de un vecino o de su mejor amigo. Uno de los casos más elocuentes con estas características, es el de una niña que atendí hace 12 años, sistemáticamente abusada, entre los ocho y los doce años, por su abuelastro, de la misma edad de su padre, obispo de una congregación religiosa. Este fue juzgado y expulsado de la misma, luego de admitir los cargos. El camino que siguió el odio en esta niña fueron los de la crueldad.

 La crueldad es patrimonio de la especie humana, se trata de una violencia para hacer padecer a otro sin conmoverse o con complacencia. Frente al padecimiento de otro nada hace temblar, nada sacude ni emociona, presentándose una distancia absoluta con respecto al otro que anula toda forma de distancia que permita delimitar las cercanías.

Los actos de violencia infligidos a los niños, el maltrato en la infancia y los actos de crueldad, fueron ejecutados históricamente. En estos tiempos ha habido un  desarrollo de  ellos  que nos asombran .La crueldad está establecida, casi públicamente.

El acto pedofilico es un acto de violencia y agresión sexual.

Desde el lugar del niño, los actos que ejercen los abusadores son sentidos como estímulos internos, intrusivos; sin embargo, en un segundo momento, se produce una respuesta en forma de reacción pulsional de manera que la misma no logra  discriminarse de ellos. Se trata de un sometimiento corporal sumado a la exigencia del silencio, que implica complicidad. El niño soporta el dolor físico con asombro, desconcierto y humillación que se expresa a través de una sensación como de aturdimiento. Ese estado consiste en una percepción sin conciencia, una sensorialidad sin registro representacional. A menudo no recuerdan las características del hecho e intentan convencerse de que ese episodio nunca pasó.

El pedófilo tiene preferencia sexual por los niños, generalmente en edad prepuberal y comienzos de la pubertad, varón o mujer. El diagnóstico requiere de la existencia de una tendencia persistente. El incesto está incluido en esta categoría y en consecuencia  aparece como una preferencia por los propios hijos, exclusiva o no.

Habrá que distinguir entre pedófilos violentos y tiernos?

Que sólo quieren el bien de los niños y son amantes de ellos?

Esto es lo que dicen estos últimos, pero su discurso debe ser apreciado en el nivel de la perversidad narcisista. De hecho, la pedofilia sin violencias corporales ni coacciones se apoyará en la fuerza de una seducción narcisista terriblemente destructiva. El niño amado es uno mismo, lo sabemos. Uno mismo idealizado en la mirada de la madre que, como se sabe, es la primera configuración organizada a partir de la unidad madre-niño. Reencuentra  una unidad que se niega a perder y hace pasar el mensaje correspondiente a la víctima. Aquí reaparece el fenómeno de la captación especular, es decir, todo el poder de la seducción que enajena al otro en el narcisismo del agresor. Se comprendía así la extraordinaria dificultad de atender a los pedófilos. Es lo único que les interesa. Por eso se los encuentra a menudo como educadores, supervisores  o representantes religiosos.

Se puede ligar estos actos de violencia sexual con las acciones malvadas?

Tal vez si pensamos en el sentimiento extremo que se activa en las victimas, que puede  ser el odio, y que caminos puede tomar ese odio. Entre los casos que registro como paradigmáticos de ello, a la que me referí anteriormente , conduce a una posible conducta delictiva y a otros que se transforman en unos exitosos artistas con importante capacidad sublimatoria, luego de un prolongado análisis.

Si tomamos al primero, la identificación es con los asesinos en serie. La crueldad es matar animales de su familia, quiere saber que pasa por la cabeza de los criminales y toma un libro de cabecera el petiso orejudo y los crímenes mas impactantes del siglo

Se observa en la lectura de la vida de los asesinos en serie, cómo han sufrido la muerte emocional. Esos bebes cuando niños sufren la muerte de su self. Ello es el resultado de algún tipo de trauma. El asesino en serie puede identificarse con la muerte pero con una muerte que no le sucederá a él.

Eigen sostiene que una desorganización temprana de yo perturba el sentido de self que toma  su dirección hacia un acto malvado. Pero no todos los niños que han padecido crueldades de los padres, generan una mente asesina.

La maldad marca la falta de pasión en el asesinato a diferencia de la pasión que sí aparece en el asesinato o agresión guiado por el odio. Posiblemente la  persona malvada horroriza a su víctima, debido a la falta de afecto que demuestra el asesino, a esa terrible frialdad, la horrible sensación de la carencia de sentido de la vida humana.

En otros casos que  han tenido un análisis prolongado, el camino de develar el trauma y volver a significar la experiencia condujo,  eventualmente, al camino de la sublimación. Ello se expresó en los caminos del arte de las letras, de lo creativo

Como escribió Ana Segal ”el silencio es el auténtico crimen”.

Para el psicoanalista  todo esto no es un tema menor, todo el cuerpo teórico del psicoanálisis intentó dar cuenta de  lo que es  enfermar y cómo podemos curar como analistas. Si no hay información simbólica no podemos implementar una cura psicoanalítica convencional. Es decir, debe ser posible ofrecerle al niño una construcción simbólica transitoria, a partir de la comunicación de sensaciones, a modo de préstamo del aparato psíquico, préstamo de palabras para restablecer el pase simbólico lo que facilitaría que el niño comience con asociaciones al tema traumático que le permitan integrar el hecho a su red simbólica, lo cual posibilitaría la elaboración del trauma. Por supuesto esto dependerá del grado de fortaleza yoica del niño y del momento evolutivo. También el momento evolutivo y los personajes que intervienen son importantes para la situación traumática.

Durante el tratamiento intentaremos que el sujeto recupere la capacidad para significar lo sucedido emocionalmente mediante una experiencia de contención que permita generar espacios transicionales para ir simbolizando los hechos vividos y recomponer los vínculos que sostienen los hilos de su historia. Detrás de estas experiencias tan traumáticas, humillantes y destructivas, entiendo que  hay un niño que deberá transitar un angustiante proceso para poder recuperar su vida, sus derechos y hasta la frontera de su cuerpo.

admin