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Un día de Escuela con el Equipo de Orientación Escolar. ALEX, un niño de siete años El dolor en la conducta antisocial

Lic. María Teresa Ventura.

 

Ese día lo ví frente a mí, parado apoyado sobre la puerta del lado de adentro. Sus manitas detrás de su cintura. Su sonrisa estaba oculta detrás de una mirada sombría proponiendo una pícara alianza salvadora. Era la tarde del día, el momento del encuentro que pudiera socorrer el imposible ser uno más en el aula.

Era Alex en la tarde, el último recurso del que disponía para continuar su lucha como guerrero de la luz, como guerrero por ser, como guerrero de una guerra sin combate, declarada en su vida sin sabor con la sola herramienta de sus fuerzas nacidas con él, su fortaleza, que congelaban su afecto para no sentir.

Ser malo, su defensa, era lo aprendido y, tal vez, su único destino a y alivio.

 

El acto antisocial encierra un pedido de ayuda que no encuentra asidero lo que lo convierte en un acto sin respuesta adecuada y queda así su portador condenado a repetir.

Si no se la asiste inevitablemente se agravará con el tiempo.

Es esencial para que este tipo de conducta se origine que se presente un déficit en las funciones paternas/maternas. El psiquismo del niño no lograría organizar un Superyo que lo sostenga e irá en búsqueda esperanzadora de ayuda en un intento de poder elaborar angustias que no han podido ser procesadas adecuadamente.

La esperanza del límite que ayude a diseñar un “estar protegido” a través de “ser castigado” “retado” “un no razonable y categórico” que encierra en sí mismo el derecho del niño a aprender a vivir con otros a través de vínculos que lo ayuden a crecer en armonía consigo mismo y con otros.

 

Es frecuente para los Equipos de Orientación Escolar (E.O.E) recibir derivaciones de niños con problemas de conducta del tipo antisocial que ponen a prueba la humanidad misma de los profesionales que deben ocuparse de su atención ya que despiertan emociones contrariadas, y sobretodo de impotencia y vacío de abordajes posibles dentro de la institución y su encuadre con varios actores (otros alumnos, docentes, padres maestros, supervisores).

Qué hacer?

Al menos comprender que menos es más en la conducta antisocial. Comprender que su

hacer es una carrera en soledad en una búsqueda esperanzadora de un equilibrio no logrado.

Si la herida narcisística que producen en quienes estan para auxiliarlos es tolerada nacerá como sentimiento soberano la comprensión que será la que abrirá la puerta a acciones posibles para abordar con eficacia y alivio este cuadro tan difícil.

Tal vez, comenzar con los padres?….Suministrarles conocimientos que operen como instrumentos, herramientas posibles para sostener, sostenerlos a ellos para que puedan ocupar su lugar adulto y su función mal aprendida. Adultos que se encuentran con heridas aún en carne viva que les impide evitar la herencia de la impotencia de elaborar angustias que transmiten, inevitablemente, a sus herederos.

 

 

 

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